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La política oficial de administración del negocio de los combustibles

14/08/2017 | ARGENTINA | Actualidad | 225 lecturas | 30 Votos



Cada vez más caros y menos locales. Disminuyen la producción y la refinación en el mercado argentino, crecen las importaciones de petróleo y aumentan los precios, que se han dolarizado. Esta es la estrategia del Ministerio de Energía conducido por Juan José Aranguren.




La administración Macri prometió que la quita de subsidios al barril de petróleo doméstico redundaría en combustibles más baratos. No fue así. Fue sólo una medida para transferir recursos y riquezas desde el Estado y la ciudadanía a los bolsillos a un puñado de empresarios. Los precios del gasoil y las naftas acumulan una suba de 60 por ciento entre octubre de 2015 y julio de 2017 (tomando como referencia a YPF, jurisdicción CABA). ¿Serán los últimos aumentos? No. Ya fue anunciado por el CEO-ministro y accionista de Shell (hasta que demuestre lo contrario), Juan José Aranguren, un segundo ajuste para octubre de este año. El precio esta atado a la cotización del dólar y a precios internacionales. Los aumentos de los combustibles –como el tarifazo– son una consecuencia más del proceso de privatización, cartelización (con concentración), extranjerización y mercantilización del sistema energético nacional. 

El 89 por ciento del crudo utilizado por el parque de refinación proviene de dos cuencas: Neuquina (el 50 por ciento tiene como origen Neuquén) y Golfo San Jorge (50 por ciento cada una se reparten aproximadamente Santa Cruz y Chubut). La producción de crudo para ambas cuencas descendió entre 2016 y 2015: 2 por ciento para la Cuenca Neuquina y 5 por ciento para la Cuenca del Golfo San Jorge. En el primer cuatrimestre de este año, hubo caídas más fuertes en relación a igual período de 2016. La Neuquina descendió 7,6 por ciento; la del Golfo San Jorge, 8,9. En el acumulado respecto de 2015, la primera disminuyó su producción en 7,3 por ciento, mientras que la segunda 10,6.

Lo acontecido con la producción de petróleo refinable es alarmante y permite explicar los cambios en el procesamiento de crudo de acuerdo a los volúmenes importados y locales en el mix de refinación. En este sentido, debe partirse de la base que el crudo procesado total (doméstico + extranjero) entre enero y mayo de 2017 es un 7,4 por ciento inferior al mismo período de 2015. En cuanto al crudo procesado de origen extranjero, ascendió un 74 por ciento entre los primeros cinco meses de 2017 e iguales meses de 2015. Por su parte, el crudo procesado de origen nacional lleva una caída acumulada en relación a 2015 del 8,5 por ciento. Finalmente, la participación de crudo nacional en los volúmenes totales procesados bajó de un 98,7 por ciento en los primeros cinco meses de 2015 a un 97,6 por ciento en 2017. El crudo importado, por su parte, ascendió del 1,3 al 2,4 por ciento en iguales períodos.

Debe tenerse en cuenta que la caída en los volúmenes procesados obedece a la eliminación progresiva del subsidio al barril doméstico implementado durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, así como la terminación de programas de estímulo a la producción de petróleo. De esta forma, por ejemplo, la cotización del crudo Medanito cayó un 26 por ciento entre enero de 2015 y febrero de 2017, acercándose a los precios internacionales como pretende la gestión de Aranguren. Paradójicamente, los combustibles van en sentido inverso.

Los volúmenes obtenidos de gasoil y naftas en el parque de refinación local cayeron entre 2017 (primeros cinco meses) y 2015 un 4,2 por ciento. En otras palabras, se elaboraron un 4,2 por ciento menos de este tipo de combustibles localmente. Cabe señalar que las diferencias obedecen a menores producciones de gasoil, ya que la elaboración de naftas ascendió (0,4 por ciento entre puntas). Para estas últimas, el incremento obedece exclusivamente a la variedad Ultra. En cuanto a los volúmenes comercializados de gasoil y naftas en el mercado interno prácticamente no variaron entre 2015 y 2017. Apenas un incremento del 0,5 por ciento, también atribuido a las naftas (impulsadas mayormente por la variedad Ultra que explicó el 80 por ciento del incremento). 

La menor elaboración local en paralelo a una demanda prácticamente invariable fue compensada con mayores cantidades de gasoil y naftas importados. En efecto, durante los primeros cinco meses de 2017 las importaciones fueron 40 por ciento superiores a los de igual período de 2015. Como consecuencia de estos cambios, la participación de los combustibles nacionales en los volúmenes comercializados cayó de un 94 por ciento en los primeros cinco meses de 2015 a un 89 por ciento en 2017. Los combustibles importados, inversamente, escalaron del 8 al 11 por ciento en iguales períodos. 

Resultados

La gestión del Grupo Shell al frente del Ministerio de Energía arroja los siguientes resultados en el segmento del downstream argentino:

1. Se extrae cada vez menos crudo refinable en el país.

2. El procesamiento de crudo en el parque de refinación local es cada vez menor.

3. El crudo refinable del país está siendo desplazado por crudo refinable extranjero.

4. Las ventas de gasoil y naftas al mercado interno se mantienen prácticamente estancadas en relación a 2015. De cada 10 litros de nafta vendidos de más, 8 obedecen a la variedad ultra.

5. La elaboración de naftas y gasoil del parque de refinación es cada vez menor. Las estaciones de servicio venden cada vez más combustible de origen extranjero.

6. El Estado argentino gasta cada vez más dinero en combustibles importados pudiendo elaborarlos localmente. Entre enero y mayo de 2017 en relación a iguales meses de 2015, la erogación del Estado en dólares para la compra de naftas y gasoil de origen extranjeros ascendió un 20 por ciento (se gastaron 67 millones de dólares más). 

7. Los combustibles se encarecen al ritmo de la privatización (desplazamiento de YPF) y la extranjerización creciente en materia de refinación y comercialización de combustibles.

La energía –y en ella, los combustibles– dependen cada vez más de lo que ocurre fuera del país. Los combustibles –cada vez menos locales– se comercializan en pesos pero el insumo principal –cada vez menos local también– se fija en dólares.

Fuente: Página 12

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