El vertiginoso desarrollo de gas no convencional proveniente de esquistos -denominado shale gas- está generando un impacto en el mercado mundial de los hidrocarburos. La producción de este tipo de gas no convencional se multiplicó entre 4 y 6 veces en los últimos cinco años en los Estados Unidos y alienta las perspectivas de los norteamericanos de contar con "gas propio por 90 años", según las voces optimistas. ¿Se trata efectivamente de un quiebre de paradigma en el sector? ¿Cuáles pueden ser las implicancias de este fenómeno en la región latinoamericana? En diálogo con Tecnoil, opinan los especialistas de Gas Energy, Sylvie D`Apote, socia directora, y Agustín Castaño, director regional.
EL SHALE GAS ENCIENDE EL DEBATE
El boom del shale gas entusiasma a muchos, preocupa a otros -por ejemplo, a los productores de GNL- y genera una serie de interrogantes que atañen no sólo a Norteamérica sino también -debido al peso de este mercado en la industria global- al sector del gas a nivel mundial. "La caída de la demanda a partir de la crisis económica puso de algún modo en evidencia el fenómeno que se estaba produciendo: un crecimiento veloz en la producción de shale gas, que se multiplicó entre 4 y 6 veces en los últimos 5 años. Extrapolando ese crecimiento, se llegó a la conclusión de que en Estados Unidos la producción iría creciendo en el futuro más rápido que la demanda", sintetiza Sylvie D`Apote.
"TODAVÍA EXISTEN MUCHOS INTERROGANTES"
Nuevos avances en la utilización de la tecnología -que en términos muy generales, combina las técnicas de fractura hidráulica y perforación horizontal- están permitiendo extraer este gas atrapado en esquistos. Aún así, la producción de shale gas presenta grandes desafíos, entre ellos, el desarrollo de tecnologías que permitan disminuir los costos. "Las estadísticas muestran que han sido muy exitosos en bajar los costos y aumentar la vida útil de los pozos; aunque esta situación se dio en realidad en algunas pocas áreas y no sucedió lo mismo en otras donde la geología resulta menos generosa", señala la especialista. Según Agustín Castaño, "los pozos están declinando más velozmente de lo que se pensaba que iba a suceder, por lo que tienen que estar constantemente haciendo nuevas perforaciones".
Las incógnitas también pasan por el impacto ambiental que genera esta clase de desarrollos en materia de utilización del agua y suelo y la ubicación de algunos "plays", que se encuentran en zonas semiurbanas. "Es una técnica casi más cercana a la explotación minera, que requiere perforar una altísima cantidad de pozos", afirma D`Apote. La inmensa infraestructura de gasoductos norteamericana extendida a lo largo del país resulta una ventaja determinante para la explotación de este recurso: los desarrollos se encuentran por lo general muy cerca de la red, lo que los hace en muchos casos sustentables desde el punto de vista económico. "Si se detectasen estas formaciones, por ejemplo, en la Amazonia o en el centro este brasileño, es evidente que ese gas no sería comercializable", explica la especialista. De la misma forma, son los países con escasas o inexistentes reservas de gas convencional, como algunas regiones de Europa y Asia, que pretenden reducir en un futuro la dependencia a la importación, los que por ahora están empezando a avanzar decididamente en la investigación de posibles proyectos de shale gas en sus propios territorios.
EL SHALE GAS Y SU IMPACTO EN LA REGIÓN
Al momento de analizar al impacto que puede tener el desarrollo del shale gas estadounidense en Latinoamérica, Agustín Castaño opina: "El efecto llega, por un lado, por la vía directa para aquellos proyectos que estaban destinados al mercado norteamericano, que se van a enfrentar con una caída de demanda o del precio o una combinación de ambos. Y por otra parte, los países que son importadores de gas van a ser impactados positivamente. La caída del precio internacional puede ser estructural o pasajera, pero mientras tanto la Argentina consigue este año el gas a mitad de precio, respecto del primer año en el que importó GNL". La caída de la demanda debido a la crisis económica y la sobreoferta de gas a partir del aumento de la producción no convencional en Estados Unidos son dos factores que están influyendo en el desplome de los precios del gas y hacen que el Henry Hub norteamericano no despegue más allá de los 4 dólares por millón de BTU.
PREOCUPACIÓN EN TRINIDAD & TOBAGO
Dos países de la región están involucrados actualmente en proyectos de exportación de GNL a Norteamérica: Trinidad & Tobago y Perú. "En el caso de los peruanos, existe un contrato firmado a 20 años que está asegurado. Y desde el punto de vista del mercado, venderá a México, que es un país deficitario en materia de gas", afirma D`Apote. Respecto de Trinidad & Tobago, si bien los productores que actualmente están exportando bajo contratos de largo plazo no corren riesgos, "lo que es difícil prever es si el próximo proyecto se va a concretar en dos, cinco o diez años. La pregunta sería en todo caso si habrá mercado en el mediano plazo para este u otros proyectos de GNL , tanto de Trinidad & Tobago como de Qatar o de Rusia". Otro efecto indirecto "esperable" para los países productores de gas es que tengan la necesidad de volcarse a los mercados más cercanos, por falta de demanda internacional o precios poco atractivos. "Evidentemente genera un mayor net-back vender a un cliente que está cerca, que hacerlo a los Estados Unidos. Para un mismo valor de mercado, los mayores costos de transporte, licuefacción, regasificación, implican a un menor valor net-back en boca de pozo", indica D`Apote.
EL ROL DEL GAS COMO COMBUSTIBLE DE TRANSICIÓN
El desarrollo de fuentes no convencionales de gas representa esencialmente otro avance de las fronteras en la industria de los hidrocarburos como ha sucedido a lo largo de la historia de la industria petrolera -la extracción de crudo pesado en las arenas bituminosas canadienses o la explotación en aguas cada vez más profundas son ejemplos en este sentido-. A su vez, la abundancia de este energético juega a favor del gas como combustible de transición y complemento de las energías renovables, para cubrir las intermitencias que se producen en fuentes como la eólica o la solar. Este es precisamente el mensaje que viene intentando transmitir la industria y que se ha visto reflejado en los discursos de los principales referentes del sector en la última edición de la Conferencia Mundial de Gas (WGC), realizada en Buenos Aires en octubre de 2009. Se trata de un reposicionamiento del gas en la industria energética como combustible de transición hacia una economía reducida en sus emisiones de carbono, que le otorga una ventaja respecto de otras fuentes fósiles más contaminantes, especialmente el carbón.
INTERESES MILLONARIOS DETRÁS DEL BOOM DEL SHALE GAS
El momento político que se está viviendo en los Estados Unidos es otro de los factores que impulsan el boom del gas de esquistos. Las políticas ambientalistas del gobierno de Barack Obama están jugando a favor del shale gas, haciendo confluir -inéditamente- los intereses de las compañías petroleras con sectores que abogan por la reducción de emisiones de dióxido de carbono: "Las petroleras se sienten amenazadas y entonces rescatan el gas como combustible limpio, en competencia con el carbón en la generación de electricidad", explica Sylvie D`Apote. Y el argumento a favor del gas resulta poderoso: "El hecho que sea un recurso doméstico es determinante. Sería mucho más difícil justificar el reemplazo del carbón por un combustible importado de alguna región “inestable” del planeta. Los detractores del shale gas sostienen que el desarrollo de esta fuente de energía no solo reducirá las necesidades de carbón, sino también de las energías renovables, ya que estas tecnologías todavía no han llegado a un grado de madurez. El "juego" está planteado y las grandes petroleras -como Exxon Mobil- ya están apostando fuerte al sector del shale gas.
¿GAS PARA 90 AÑOS?
El boom del shale gas ha abierto un juego de conjeturas al momento de imaginar los escenarios futuros: "En algún punto, se trata de creer o no creer, señala D`Apote. Si piensas que la producción de shale gas puede aumentar de la manera en que se está afirmando, entonces habrá toda una serie de consecuencias: la demanda de GNL de Estados Unidos no va a ser tan grande; habrá oferta de gas en el mundo que deberá ser canalizada fuera de las fronteras estadounidenses y los precios van a ser diferentes. Todo esto si crees que esto efectivamente va a suceder. En mi opinión, existen elementos que indican que debemos ser cautelosos en extrapolar las tendencias actuales para el futuro". Castaño agrega: "El impacto es indiscutible. Ahora, si es duradero y está destinado a ser un quiebre de paradigma en la industria de los hidrocarburos, eso todavía es materia de discusión".
CRECE EL PROTAGONISMO DEL GAS NO CONVENCIONAL
El gas no convencional en sus diferentes formas -tight gas, shale gas y Coal Bed Methane o gas asociado a capas de carbón- es cada vez más protagonista en esta industria. Estados Unidos es el país que más ha avanzado en el desarrollo de estas fuentes no convencionales: actualmente un 50% del gas que se produce en el país del norte es no convencional. El tight gas (o gas de arenas compactas) lleva un desarrollo de dos décadas en Estados Unidos y hoy representa el mayor porcentaje de la oferta de gas no convencional en el país del norte. "Estas reservas en Norteamérica son consideradas casi como convencionales y hace más de dos décadas que se explotan. A diferencia del gas de esquistos, su desarrollo ha sido paulatino y ha ido acompañando por el crecimiento de la demanda", coinciden los especialistas.
Fuente: Tecnoil
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