Entonces, la incertidumbre generada por la "primavera árabe", y sobre todo, la interrupción de la producción en Libia, habÃan disparado el precio del barril de crudo, convirtiendo en rentable la cara explotación de las reservas de shale oil en Estados Unidos y Canadá.
Entonces, algunos analistas proclamaron la consecución de la independencia energética por Washington, la erosión del valor geoestratégico de Medio Oriente y, por tanto, el fin del intervencionismo norteamericano en la región. Casi cinco años después, el comentario más generoso que se puede hacer sobre aquellas previsiones es que ese futuro que describÃan todavÃa no ha llegado.
El temor a un recrudecimiento de las tensiones en Medio Oriente, sobre todo a raÃz de la previsible decisión de Donald Trump de retirar a su paÃs del acuerdo nuclear iranÃ, ha provocado un ascenso continuado del precio del barril de petróleo hasta situarlo cerca de los 80 dólares, algo que parecÃa inverosÃmil hace tan solo un año. El pasado martes, en cuestión de horas, subió un 3%. Y respecto de 2016, el incremento ya es del 40%. Algunos expertos van más lejos y se atreven a pronosticar que antes de fin de año podrÃa incluso superar la barrera psicológica de los 100 dólares.
En una era de cambios vertiginosos, algunas realidades se resisten a morir. Entre ellas, la condición de Medio Oriente como pieza determinante para la economÃa mundial. Curiosamente, este es un papel que ha ocupado durante siglos, desde que era nexo de unión entre China y Europa en la Ruta de la Seda. Cuando a principios del siglo XX parecÃa que la región podrÃa caer en la irrelevancia geoestratégica fruto del progreso de los medios de transporte, el descubrimiento de ingentes reservas de petróleo volvió a situarla como objeto de la codicia de las grandes potencias. Según las últimas estimaciones, Medio Oriente atesora cerca del 50% de las reservas mundiales de petróleo.
Desde entonces, los traumáticos vaivenes polÃticos en Medio Oriente, marcados por el irresoluble conflicto árabe-israelÃ, provocan no solo convulsiones en las economÃas de sus vecinos, sino del mundo entero. Un súbito aumento del precio del crudo puede vaciar las arcas de un paÃs con altos subsidios a la energÃa. O todo lo contrario, llenarlas si es un productor de petróleo. Y, obviamente, las repercusiones polÃticas de estos shocks externos son directas: regÃmenes que caen, guerras que se intensifican o autócratas que se consolidan comprando la paz social a base de petrodólares.
El impacto del petróleo
A pesar de la popularidad de las utopÃas tecnoambientales que nos prometen un mundo sin combustibles fósiles, con el auto eléctrico como antÃdoto contra el cambio climático, el petróleo continúa siendo la sangre que circula por las venas de la economÃa mundial. Sin su oxÃgeno, el sistema amenaza con colapsar. Probablemente, el mejor ejemplo de la influencia de Medio Oriente en la economÃa mundial sea el bloqueo decretado por los paÃses árabes de la OPEP a Estados Unidos y los paÃses occidentales como consecuencia de la Guerra de Yom Kipur en 1973, el cuarto conflicto bélico árabe-israelÃ. El encarecimiento del petróleo provocó una grave crisis económica en Occidente que por primera vez puso en duda la sostenibilidad de los Estados del bienestar creados en la posguerra.
El impacto es exactamente el inverso para los paÃses productores. Mientras algunos paÃses miran con preocupación a Medio Oriente y temen por la factura energética de los meses siguientes, otros se frotan las manos. Quién sabe si el reinado de Hugo Chávez en Venezuela habrÃa sido tan largo si no hubiera coincidido con la guerra en Irak, la caÃda en la producción mundial de petróleo y la bonanza derivada de un precio del barril por las nubes.
El temor a que el petróleo iranà vuelva a ser declarado proscrito de la economÃa mundial mantendrá el precio del petróleo en valores altos los próximos meses. Ahora bien, los expertos creen improbable un aumento tal que desestabilice la entera economÃa mundial. Cuando el barril de Brent supera un determinado umbral, se convierte en rentable la extracción de shale oil a mayores profundidades. Es decir, que en un plazo relativamente corto, repunta la producción y se frena la espiral inflacionaria. Sin embargo, estos meses de ajuste pueden ser crÃticos para los paÃses más expuestos a las variaciones del precio, sobre todo si ya padecen crisis polÃticas. AsÃ, pues, habrá que seguir pendiente de las vicisitudes polÃticas de Medio Oriente.
Fuente: La Nación
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