Los campos productores de Vaca Muerta podrían tener una nueva señal exportadora. Algo de eso también pudo verse esta semana: por añadidura, la licitación de la reversión del Gasoducto Norte apuntala esa ingeniería y el contexto de suministros en el que el shale gas podría convertirse en el reaseguro del abastecimiento en parte de América del Sur.

La chance concreta de nuevos envíos del fluido desde Neuquén empieza a tomar forma primero con el abastecimiento a siete provincias (Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy). Revertir el sentido de bombeo del Gasoducto Norte implicará unos 710 millones de dólares, de los cuales el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) aportará 540 millones. Solo el año próximo significará un ahorro de 1200 millones de dólares.

En pleno crecimiento de la producción de gas y petróleo, el ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, irá a Brasil para conseguir el respaldo del Banco de Desarrollo Brasileño (BNDS), que, tal como se sabe, podría ser la principal fuente de financiamiento para el segundo tramo del Gasoducto Néstor Kirchner.

El presidente de Energía Argentina (ENARSA), Agustín Gerez, anticipó la visita de la comitiva oficial al vecino país. “Estamos viajando mañana (domingo 27 de agosto) con el ministro Massa a Brasil y uno de los temas es la cuestión energética. El Banco de Desarrollo de Brasil (BNDS) promueve y financia exportaciones: uno de los temas es la posibilidad que nos financien la compra de tuberías. La licitación de los caños podría ser en septiembre y a partir de ahí saldríamos con la licitación”, sostuvo Gerez, quien manifestó que el total de la obra supondrá un desembolso de unos 3200 millones de dólares, dado que la segunda etapa de GPNK implica también las obras relativas a las plantas compresoras.

Ante una pregunta, se refirió al contexto que impone para el norte del país el pedido que viene realizando Bolivia, respecto de terminar con el contrato de provisión de gas, el limitante que busca solucionar en primer lugar la obra de reversión del Gasoducto Norte: “Tenemos una contraparte que no sabe si nos va a poder mandar el gas el año que viene. Se pone en riesgo la seguridad del abastecimiento del centro y el norte del país, que nos obliga a que ese desafío sea cumplido con total precisión. De este trabajo depende el suministro a cinco provincias”, recordó el presidente de la compañía.

El directivo aludió a los discursos de campaña que cuestionan la concreción de obras públicas y el rol del Estado en su impulso. “Algunos van a tener que modificar un poco la visión respecto de la obra pública. Es fundamental, si no se pondría en riesgo el suministro. Pero la situación de Bolivia pone una condición extra y presiona para que tengamos que cumplir”, con la reversión del gasoducto, sostuvo.

Con cada mes que pasa, la caída de la producción de Bolivia agrega interrogantes en la oferta de gas regional. Brasil fue de los primeros en verlos, porque como Argentina, también lo padece.

En el apogeo de su mandato, el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, casi un enemigo político del gobierno de Alberto Fernández, dejaba la mala vibra de lado respecto del FdT cuando hablaba de Vaca Muerta. El despegue del precio del GNL tras la pandemia, en valores récords históricos, imponía severas condiciones y un desafío para la balanza comercial energética de quien saliera al mercado mundial. Los industriales de San Pablo y el propio gobierno empezaron a plantear que la oportunidad de llegar con un nuevo gasoducto hacia Brasil desde Neuquén tenía visos de realidad.

La necesidad macroeconómica de Argentina y la decisión política hizo otro tanto. Si para Brasil podía ser un problema, para el BCRA ya tomaba la forma de una tragedia salir a comprar GNL a 30 dólares el millón de BTU, cuando en Vaca Muerta se comercializa a 4 e incluso a menos de acuerdo a la licitación del Plan gas.ar que se observe.

La llegada de Luis Inacio Da Silva a la presidencia podría habilitar ahora un desembolso fundamental para Argentina. Por un lado, con la segunda etapa del Gasoducto Néstor Kirchner permitiría concretar una obra que dotaría de gas de red a decenas de miles de usuarios que hoy no lo tienen en sus hogares. (Y que por eso pagan más caro el que compran en garrafas, en el mejor de los casos.) También, actuar como un reaseguro del complejo industrial de uno de los puntos del país determinantes para la economía. Y al mismo tiempo, permitir que los excedentes y los bombeso de desarrollos adicionales de gas de la Cuenca Neuquina posibiliten lleguen a Brasil, en una primera instancia, a través de la infraestructura ociosa que vaya quedando del complejo exportador del país del Altiplano.

Gerez habló de contactos a nivel empresario y político entre los tres países para avanzar en ese esquema. Días atrás la secretaria de Energía Flavia Royón planteó con absoluta claridad el pedido de Bolivia acerca de culminar con el contrato de aprovisionamiento de gas que rige entre ambos países desde el 2006.

Neuquén ya envía unos 11 millones de metros cúbicos diarios de gas adicionales a través del primer tramo del gasoducto, entre Tratayén y Salliqueló. Ese esquema, cruzado por cuestionamientos y marchas y contramarchas, finalmente es una solución para la golpeada macroeconomía argentina. Pero por fuera del mercado argentino, esa entelequia que también define la mejor o peor condición de vida de miles de argentinos y su acceso a un servicio básico, están las posibilidades de expansión de la producción de Vaca Muerta, sus efectos locales y el aprovisionamiento para un puñado de países, además de cómo podrán esquivar las cíclicas crisis de suministros en un contexto de volatilidad de precios y de la geopolítica.