Los amigos le dicen “Pepe” o “el Loco”. Sus adversarios lo llaman “denunciador serial”. Es José Antonio Rubio, el denunciante de los incumplimientos de la empresa Chañares Herrados SA, causa que dio por resultado la imputación del ex gobernador Francisco Pérez por incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Su oficina está en el Pasaje San Martín. Es un pequeño monoambiente de no más de cinco por cuatro metros, sin secretaria, ni lujos. Hay una biblioteca que divide el ambiente. Su escritorio está pegado a la ventana que da a calle San Martín.

Muchos libros y expedientes desparramados en un orden de criterios difusos, un cenicero siempre con un cigarrillo y un mate, completan la decoración. Esa oficina es prácticamente su casa y no es raro que se quede trabajando hasta la madrugada y después no aparezca por la mañana.

Rubio es conocido por varias denuncias a empresas petroleras. Es allí dónde se lo califica como “denunciador serial”. Incluso no sólo denuncia a las empresas petroleras casi obsesivamente, sino que también atesora algunas victorias judiciales contra varias de ellas.

Algunos de los denunciados del sector petrolero suelen decir que es “extorsionador”. Mirando el hábitat en que transcurren buena parte de sus días sólo hay margen para dos conjeturas: o es un maestro de la mascarada o no es muy eficiente en el arte de extorsionar.

-¿Alguna vez se ha cuestionado el haberse dedicado a lo ambiental?

-No... Pero si lo veo desde el punto de vista económico sí me arrepiento- dice con una sonrisa y piensa un momento mientras sigue revolviendo expedientes y cartas documento- No hay un adversario, hay varios con intereses cruzados y poderosos. El Gobierno y las empresas. Muchas empresas prefieren pagar las multas a hacer las cosas bien.

-Algunos dicen que usted es un denunciador serial...

-Ellos son violadores seriales de la ley. Voy a seguir hasta el final. Me siento apoyado por la sentencia de la Suprema Corte por la constitucionalidad de la ley 7.722. Es un decálogo de defensa del agua.

No sería justo decir que Rubio trabaja solo, porque en la tarea de denuncias petroleras conoció al ex inspector de cauce, César Biritos, quien suele ser su consultor financiero e hídrico de sus presentaciones, así como apoyo moral.

La soledad de este par frente a lo poderoso de los denunciados, inevitablemente genera cierta simpatía; ambos encarnan al equipo más débil de ese partido.

La denuncia más conocida de Rubio es la que terminó en la imputación del ex gobernador Pérez pero, como se dijo, tiene casi una decena de denuncias más, muchas de ellas contra YPF. Una es por la contaminación provocada por la refinería en las napas subterráneas, en la que la empresa está remediando el pasivo ambiental.

También YPF fue el blanco de sus denuncias por la contaminación de un acuífero de agua dulce en la ex planta de almacenamiento subterráneo de gas Lunlunta-Carrizal. Esta causa fue ventilada por Los Andes entre setiembre y noviembre de 2006 y terminó con la clausura de la planta y una multa de $ 5 millones.

Esa planta volvió a ser denunciada en 2010 por Rubio porque la petrolera empezó a inyectar agua de purga en el reservorio inactivo: “Es el contaminante más nocivo de la industria porque contiene ácido sulfúrico o sulfídrico”, dice. Otra vez hubo clausura.

Además, se hizo parte en la denuncia por contaminación que hiciera Francisco Pérez en marzo de 2012, cuando el ex gobernador Pérez quería ayudar a la Nación a sacar a la española Repsol de YPF. Ahora parece ser el único que mantiene vivo el expediente.

También representa a un productor de la zona del Carrizal del Medio, José Cassio, en varias causas. La más conocida de ellas es la de contaminación que apareció en el agua del pozo de Cassio. “El pozo es de Cassio, pero el agua es de todos los que viven en la subcuenca”, aclara.

Por la contaminación la zona fue declarada en emergencia sanitaria por el Concejo Deliberante de Luján. Los vecinos todavía esperan una planta de aprovisionamiento y distribución de agua.

La otra causa en la que representa a Cassio es la perforación de un pozo petrolero a 150 metros del arroyo El Carrizal, denuncia que terminó con la imputación de otro funcionario del gobierno anterior, el ex director de Protección Ambiental, Gonzalo Dávila.

“Voy a extender la imputación a los responsables, al superintendente de Irrigación y al ex intendente de Luján, López Puelles”, promete.

Un dato anecdótico: Rubio representa a familiares de Juan Horacio Day, el abogado de Pérez en la causa Chañares. La familia Day es superficiaria en el yacimiento Barrancas que opera YPF.

Otro dato: entre sus clientes se cuentan tres boliches de la Capital. “En el día me dedico al medio ambiente y de noche al ambiente... Tengo que hacer otras cosas para financiar esto, porque los juicios ambientales son largos y complejos”, cuenta sobre su trabajo.

Ganso de “centro izquierda”, ex diputado y funcionario de Menem en La Rioja

La secundaria la hizo en el capitalino colegio San Luis Gonzaga. Luego empezó abogacía en la Universidad de Mendoza. Por esos tiempos, repartía su tiempo entre los estudios y militancia en el Partido Demócrata.

“Fui candidato a presidente de la Juventud de Godoy Cruz y perdí por un voto”, cuenta socarrón. Se define “ganso de paladar negro. Soy liberal, no neoliberal; soy liberal a la francesa, libertad, igualdad y fraternidad y así vivo. Soy casi de centro izquierda”.

Al poco tiempo fue a cursar a la Universidad Nacional de Córdoba, entre 1976 y 1980. Su estadía en Córdoba lo llevó a ser director de Asuntos Jurídicos de la Subsecretaría de Recursos Hídricos del Gobierno de La Rioja, en épocas en que Carlos Menem era gobernador.

Un compañero de estudios de Córdoba lo llevó; el padre de su amigo era Luis Maciel, por entonces secretario de Obras Públicas del riojano que luego fue presidente de la Nación. Ese cargo en Recursos Hídricos fue el inicio de su vínculo con lo ambiental.

Pasado de legislador
Tiene cinco hijos de dos matrimonios. Fue diputado provincial del PD entre 1998 y 2002. Durante ese mandato fue protagonista de un incidente que lo hizo famoso.

“Fui a Lavalle por una cuestión de la Cámara y se me rompió el auto, hacía mucho frío. Entonces fui a la comisaría 17 y pedí que me acercaran. Pero nunca me impuse, nunca lo pedí de huevo. Después la Fiscalía de Estado me liberó de responsabilidades” relata sobre aquel viaje en móvil policial que fue noticia hace más de una década.

Al parecer los autos son su karma. El que tiene ahora, un Fiat Duna de la década de los 90, también le genera dolores de cabeza bastante seguido, uno en la última semana. Mientras trascendía la imputación al ex gobernador Pérez por su denuncia, él esperaba que el motor bajara de temperatura.
Un detalle llamativo de su estampa son los tiradores. Una de sus cruces es una hernia que le impide ajustarse el cinturón.

-¿Qué edad tiene?-preguntó Los Andes. Rubio escarba papeles, levanta la mirada por encima del cristal de sus lentes y se queda pensativo.

-He mentido tanto que no me acuerdo... 62 años.