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La energía de la Argentina: el gas natural como puente hacia las renovables

22/01/2018 | ARGENTINA | Ultimo momento | 572 lecturas | 54 Votos



Texto de José Luis Sureda




En la Argentina disponemos de mucho más gas natural que el que podemos consumir a lo largo de la transición hacia las energías renovables. 

Los recursos gasíferos no convencionales. Sin dudas, el gas natural debe ser nuestro carrier.

No hay dudas que el futuro de la energía está en las llamadas Energías Renovables.

Sabemos que los combustibles fósiles son polutantes y que, por esta razón, es importante reemplazarlos por fuentes limpias de energía. Esto es válido, aunque el cambio climático no tuviese un fuerte componente antropogénico.

En la Argentina, así como en buena parte del planeta, existen muchos compatriotas que viven con  carencias energéticas y que, de no superar esta situación, jamás podrán salir de la pobreza.

El camino a transitar entre una economía basada en los combustibles fósiles y aquella soportada por energías limpias, renovables, firmes y económicamente aceptables, constituye lo que conocemos como Transición Energética.

Existen países con economías casi exclusivamente basadas en la explotación de hidrocarburos, a los que la transición hacia las fuentes limpias les impondrá altísimos costos sociales y económicos, condicionando la velocidad de adaptación. Esta situación debe ser especialmente atendida por todos los habitantes del planeta por las fuertes consecuencias que el “desarraigo económico” de aquellos países hidrocarburos-dependiente puedan tener para toda la humanidad.

En nuestra Argentina también tenemos provincias cuyas economías se basan en la producción de combustibles fósiles.

La velocidad de reemplazo y adaptación de la infraestructura de producción, transporte y distribución actuales por aquellas requeridas para la utilización de las denominadas energías limpias, también contribuirá a marcar el ritmo del cambio. 

A lo largo de la historia, la humanidad ha experimentado varias transiciones energéticas. De la madera al carbón mineral, y de este al petróleo son algunos ejemplos de tales cambios. En todos los casos, la transición se produjo hacia la incorporación de una forma de energía firme, abundante y mas densa. Estas cualidades han facilitado la transición y viabilizado el desarrollo del comercio internacional, entre otras cosas.

Sin embargo, esta vez la transición es hacia las ER que son, por definición, intermitentes. Así, denominarlas Energías Renovables Intermitentes (ERI) ayuda a tener presente las dificultades actuales para su exitoso desarrollo.

Hoy por hoy, las ERI tienen otra desventaja, y me refiero a su baja densidad, y potencia, energética.

Mientras no dispongamos de acumuladores de energía eléctrica capaces de almacenar cantidades compatibles con la demanda, y erogarla a una potencia también compatible con las necesidades, todo esto a un costo socialmente aceptable, las ERI solo podrán crecer mediante subsidios económicos y regulaciones “prepotentes”.

Sin la menor duda, el desarrollo tecnológico superará las actuales limitaciones de las ERI y, cuando esto ocurra, el futuro les pertenecerá.

En tanto, el desarrollo de las ERI requiere como condición necesaria, aunque no suficiente, de la complementación con alguna forma de energía que pueda operar como respaldo frente a la materialización de las intermitencias.  A esta energía podemos denominarla “carrier”.

Noruega, Suecia y Dinamarca, por ejemplo, utilizan a la energía hidráulica como carrier. Los Estados Unidos está llevando adelante una verdadera revolución mediante el reemplazo del carbón por gas natural. Alemania viene desarrollando su proceso de transición mediante la utilización de carbón, gas natural y energía nuclear (en forma decreciente) como vehículos de introducción de las ERI.  

Pero ni Noruega, ni Dinamarca ni los Estados Unidos reniegan de la producción de hidrocarburos. Noruega es un importantísimo productor de petróleo y gas natural a escala mundial, que destina a la exportación. Estados Unidos se ha convertido, a favor del desarrollo del shale, que explotó durante las administraciones de Obama, en una superpotencia productora de hidrocarburos, con participación aceleradamente creciente en las exportaciones, tanto de hidrocarburos líquidos como de gas natural licuado.  Y también exporta todo el carbón que le resulta posible, en algunos casos a Alemania.

La respuesta fáctica de aquellos países está mas orientada a combatir la polución, que los combustibles fósiles producen antes que a combatir el cambio climático.

En la Argentina disponemos de una matriz energética de mayor calidad que la de buena parte de los países signatarios de COP 21, y nuestra contribución al total de emisiones de gases de efecto invernadero es mas que marginal, ubicándose por debajo del 1% del total mundial.

Por cada unidad de energía que consumimos los argentinos, la mitad es gas natural, el mas benigno de todos los combustibles fósiles.

En la Argentina disponemos de mucho mas gas natural que el que podemos consumir a lo largo de la transición, por mas larga que esta sea.

Los recursos gasíferos no convencionales, que solo en nombre de la brevedad sintetizaremos en Vaca Muerta, permiten afirmar que se trata de un recurso infinito.  

Sin dudas, el gas natural debe ser nuestro carrier. Y también podemos contribuir al proceso de transición global, exportando carrier.

El desarrollo económico de esta enorme dotación del recurso gas puede constituirse en una verdadera palanca de transformación económica y social para nuestro país.

Estamos hablando de generar una riqueza equivalente a 2 puntos de PBI durante muchos años.

El desarrollo de los recursos no convencionales debe ser un proyecto nacional, si queremos aprovechar una fracción de ellos en beneficio del interés general. Un proyecto nacional con impacto en todos los aspectos del quehacer de nuestra sociedad. Significa desarrollo industrial. Significa trabajo de calidad. Significa pagar impuestos y crear empleo en Argentina.

Un proyecto tan complejo y ambicioso debe ser liderado por el Estado Nacional y las Provincias. Por un Estado que trabaje junto a nuestra industria, con nuestras asociaciones gremiales, con las universidades, con la comunidad.

Si podemos llevar adelante este Proyecto Nacional, podremos transitar el camino hacia las ER con grandes beneficios. Superando la puja distributiva que lo único que garantiza es la socialización de la pobreza.

Fuente: Econojournal

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