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Y el hidrógeno, ¿por qué no?

14/08/2017 | INTERNACIONAL | Actualidad | 197 lecturas | 15 Votos



En Noruega, Scania tiene a prueba varios camiones propulsados con celdas de ese combustible en condiciones de operación reales. Aunque faltan varios detalles por solucionar, estiman que podría ser la alternativa de movilidad en un futuro próximo.




Las tendencias actuales apuntan fuertemente a que la movilidad futura será a través de vehículos eléctricos, híbridos, a biodiesel, a GNC o GNL. Pero hay otra variante que aunque no esté en el centro de la escena todavía está dispuesta a luchar por el lugar de privilegio: el hidrógeno.

Este es un producto que se obtiene a partir de fuentes renovables y que no requiere el cultivo de campos, el cual, como consecuencia indirecta, encarece el costo de los alimentos de consumo humano. A su vez, el uso de hidrógeno como combustible produce vapor de agua como emisiones de escape, lo que encaja perfectamente con uno de los puntos que se quiere atacar: el cambio climático.

En Noruega, Scania es proveedor de la empresa mayorista de alimentos Asko, que cuenta con una flota de 600 unidades. Entre ellas, entregó tres camiones tractores (con posibilidad de sumar un cuarto) de tres ejes para distribución, con un peso bruto de 27 toneladas, propulsados a hidrógeno a modo de prueba en condiciones de operación reales. En su tarea cotidiana, los vehículos llegan a recorrer casi 500 kilómetros.

Los camiones poseen un tren de fuerza eléctrico. La energía eléctrica correspondiente para la propulsión se obtiene a partir de gas hidrógeno, alojado en celdas de combustible a bordo de los vehículos. Las unidades cuentan con baterías y son híbridos para contar con un nivel de energía estable. A su vez, las baterías pueden ser útiles cuando se necesita energía extra, además de para alojar la energía que se recupera de las frenadas, como ocurre con los rodados eléctricos convencionales.

Una celda de combustible genera electricidad mediante un proceso electroquímico, utilizando hidrógeno y oxígeno.

La estructura de una celda de combustible está formada por electrodos y películas de polielectrolitos –que son moléculas que contienen grupos de electrolitos, los cuales, a su vez, son conductores eléctricos– intercaladas entre separadores. Eso genera electricidad a través de una reacción química entre el hidrógeno (almacenado en el vehículo) y el oxígeno del aire. Al unir cientos de celdas, se obtiene un conjunto de celdas de combustible.

El sistema puede convertir el 83% de la energía del hidrógeno en energía eléctrica. Eso representa alrededor del doble de eficiencia que los motores nafteros y diesel, que pierden gran parte de la energía en forma de calor y de gases de efecto invernadero no quemados, entre otros aspectos. A su vez, ofrece una conducción suave y silenciosa sin comparación con los motores convencionales.

La autonomía, uno de los puntos más débiles de las tecnologías eléctricas, no es un inconveniente para los rodados que funcionan con celdas de combustible. ya que es similar a la de un motor a combustión interna. La carga de combustible, por su parte, demora lo mismo que llenar el tanque con nafta o gasoil.

“La tecnología aún no está madura y se requiere dar grandes pasos en lo que respecta a la degradación y vida útil de la celda de combustible”.

“Japón, Corea del Sur y California impulsan el uso de hidrógeno y están construyendo estaciones de servicio de ese gas” sostuvo Hedvig Paradis, gerenta del proyecto de colaboración con Asko en Scania.

Fuente: Diario Río Negro

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