El sol, el agua y el viento generarán en 2025 toda la energía que necesita Samoa. Al menos ese es el objetivo que se marcaron las autoridades de este país insular con una superficie de 2830 kilómetros cuadrados y una población aproximada de 190.000 habitantes muy concienciada con el desarrollo sostenible. No en vano, al igual que otras islas del Pacífico Sur, Samoa se encuentra en la lista de los 37 Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés), una alianza auspiciada por Naciones Unidas para hacer frente a la vulnerabilidad de sus miembros ante los efectos adversos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y la propagación de enfermedades.
La necesidad de alimentarse al 100% con renovables queda más patente si tenemos en cuenta que Samoa estuvo produciendo su electricidad principalmente a través de generadores que requieren importar millones de litros de diésel al año, un coste al que se suma el del transporte de este y otros carburantes hasta la isla.
Según datos de diciembre del Banco Asiático de Desarrollo (ADB), esta dependencia de los combustibles fósiles costaba anualmente cerca del 10% del PIB de Samoa. Por eso, hace ya tiempo que la isla comenzó a buscar fuentes más ecológicas, baratas y seguras, hasta el punto que entre julio de 2017 y junio de 2108 consiguió generar el 48% de su electricidad a través de distintos sistemas de energías limpias: cinco plantas solares, un parque eólico y varias plantas hidroeléctricas (algunas de estas plantas están siendo reconstruidas dado que fueron arrasadas en 2012 por el ciclón tropical Evan).
Pero al aumentar la dependencia de las renovables, es preciso contar con soluciones robustas que garanticen la continuidad del suministro en el caso de que estas fuentes fallen. De lo contrario, pueden producirse cortes de electricidad o bien se hace necesario seguir respaldándose en gran medida en los combustibles fósiles para evitar cualquier riesgo. Así las cosas, con el fin de continuar su transición a un modelo 100% sostenible antes de 2025, Samoa decidió respaldarse en la tecnología de Tesla.
En concreto, durante 2017, la compañía de Elon Musk instaló dos de sus sistemas de almacenamiento de energía PowerPack, orientados a conseguir un suministro más limpio y robusto: uno de ellos fue ubicado en la central eléctrica de Fiaga y está compuesto por 10.000 unidades de almacenamiento, mientras que el otro se colocó en el aeropuerto internacional de Faleolo y está conformado por 3400 unidades.
De esta forma, se pretende maximizar los activos solares, eólicos e hidroeléctricos existentes, almacenando sus excesos de energía y proporcionando hasta 13,6 MWh cuando es necesario. Además, ahora todas las instalaciones están unidas a través de un software que no sólo proporciona un control en tiempo real sobre la estabilidad y seguridad de la red, sino que también equilibra de modo automático el suministro, cambiando de las distintas fuentes renovables a la reserva almacenada sin que alguien tenga que hacerlo manualmente.
El primer ministro de Samoa, Tuilaepa Sa’ilele Malielegaoi, recalcó que los objetivos principales del proyecto son lograr una estabilidad de la red eléctrica al mismo tiempo que reducir gastos mediante un sistema efectivo y eficiente que reduce el número de generadores diésel que tienen que estar trabajando a la vez.
“Durante las pruebas, hemos constatado que la calidad del suministro de electricidad en cuanto a voltaje y frecuencia ha sido muy estable y no ha registrado fluctuaciones”, comentó Malielegaoi. (...)
Fuente: La Mañana de Neuquén
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