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Pueblo limeño envenenado por la minería informal

28/12/2009 | PERÚ | Medio Ambiente | 1287 lecturas | 408 Votos



Niños son contaminados por mercurio y el alcalde reconoce que poco o nada ha hecho a favor de Río Seco, la zona donde viven.




En este reportaje publicado en el diario El Comericio, el alcalde de Carabayllo, Rafael Álvarez, reconoció que su gestión poco o nada ha hecho a favor de la zona de Río Seco, lugar altamente contaminado por mercurio que afecta principalmente a los niños, mientras tanto, el municipio sigue gastando dinero en forums y ferias desiertas por su escasa asistencia.


Río Seco, un pueblo limeño de adobe y piedras a medio construir, le debe su nombre al cauce marchito que lo bordea.


El polvo y la niebla lo asemejan a un barrio fantasma, pero son unas 300 las familias que pasan sus días allí, a hora y media del Cercado, entre los cultivos de lechuga y la extracción ilegal de oro. En esta comunidad ubicada en el kilómetro 31,5 de la carretera a Canta, entre Carabayllo y Huarochirí, una treintena de vecinos fueron sometidos a pruebas médicas por el Ministerio de Salud y les detectaron que tenían concentraciones del letal mercurio en su organismo. Este químico es usado por los mineros informales para procesar el oro en quimbaletes que operan en el frontis de Río Seco.


NIÑOS EXPUESTOS


Los mineros, que aún no han sido evaluados clínicamente, dicen no tener problemas de salud, pero no usan uniformes, guantes ni botas cuando realizan su labor. La misma ropa, impregnada con mercurio, es llevada a casa, al igual que las botellas que contienen este líquido, e incluso restos de mineral procesado, sin reparar en que este químico se evapora a los 13 grados (temperatura fácil de alcanzar en una habitación cerrada) e ingresa a las vías respiratorias y ocasiona desde dolor de cabeza hasta daños neurológicos.


Pero los mineros no son los únicos que afrontan este riesgo. Los niños de Río Seco han resultado estar tan expuestos como ellos. “Yo voy todos los días a ayudar a moler. Jugamos ahí con el lodo, con el agua de la poza, normal nomás”, dice Enrique, uno de los 48 menores de entre 6 y 15 años que estudian en el colegio estatal N° 8167, el único que funciona en el pueblo.


Ocho de cada doce niños con los que conversamos en cada salón de clases dijeron que habían tocado el mercurio en alguna ocasión, que acudían con frecuencia a la zona de quimbaletes o que sus padres dejaban sus ropas contaminadas al alcance de ellos. Sólo uno de todos ellos (Piero), dijo que sabía que el mercurio era tóxico y que por eso no tenía contacto con esta actividad. “Mi mamá sí me dijo que esto era malo”, señaló el pequeño.


Según Fabián Tutaya, Jefe de la Oficina Defensorial de Lima Norte, seis de los vecinos tenían concentraciones altas de mercurio urinario, cuatro de ellos son adultos y los otros dos niños de entre 10 y 12 años. Los otros que sufren son los agricultores, no sólo porque su actividad ha sido desplazada por el oro, sino que temen que el agua con que riegan el brócoli, la lechuga y la cebolla que venden en La Parada esté contaminada. En tanto, la Dirección Regional de Minería, el ente que debería fiscalizar y sancionar a los mineros, aún no se pronuncia.


“La minería trajo algo de actividad a este pueblo. Como en todos lados, también ha traído alcohol y violencia. No nos oponemos, siempre que nos aseguren que no hay daños a la salud. Eso es algo que no nos dicen, no estamos seguros”, refiere José Martínez, quien posee una bodega en la zona.


SIN POSTA, SIN POLICÍA


Recién desde hace un año, los pobladores de Río Seco están preocupándose por saber si su salud corre riesgo, pues los principales problemas para ellos han sido la existencia de dos dirigencias que se enfrentan por la posesión de tierras y la presencia de traficantes que cobran cupos. Los pocos que se han atrevido a denunciar el peligro de contaminación han sido amenazados de muerte y no quieren que los citemos en este informe. “En las noches traen los barriles de mercurio y comercializan dinamita para usar en los cerros”.


“Acá corre bala cada vez que hay pugna por el oro, hay borrachos que se enfrentan y mujeres que son traídas para ejercer la prostitución”, nos dicen. Todos los hechos de violencia, heridos o muertes que se registran en este sector quedan en el anonimato, pues la única comisaría y posta que existen en la zona están vacías. Nadie se anima a trabajar aquí. El alcalde de Carabayllo, Rafael Álvarez, reconoció que su gestión poco o nada ha hecho a favor de este barrio.


“Cada vez se asientan más. Es una zona invadida sin servicios básicos. Para el próximo año nos comprometemos a ampliar los servicios, pero en lo que respecta a los mineros debemos esperar que la Dirección Regional de Minería se pronuncie”, dijo. Río Seco espera respuestas.

Fuente: El Comercio

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