
En muy poco tiempo se instaló con sorprendente virulencia un discurso antifracking basado en tres ejes principales: aumentará el riesgo de que se produzcan terremotos; va a consumir el agua dulce, dejando sin abastecimiento a las poblaciones; y puede contaminar el agua dulce de los acuÃferos o napas.
Tres mitos que se desnudan a la luz de los hechos:
1) La energÃa utilizada para generar las fracturas previas a la estimulación hidráulica se puede sentir en la superficie sólo mediante instrumentos extremadamente sensibles. Si se mide esta actividad en la escala Richter, utilizada para los sismos, se ubica en valores negativos (alrededor de -2), unas 100.000 veces menores a un movimiento detectable por los seres humanos y que de ninguna manera puede desencadenar terremotos.
2) La inyección hidráulica a alta presión, último paso de preparación del pozo antes de comenzar la producción, emplea un 99,5% de agua y arena, y un 0,5% de productos quÃmicos. Estos volúmenes de agua se tomarán, en el caso de Vaca Muerta, de los rÃos de Neuquén, en una cantidad que representa menos del 0,1% del caudal anual. Una vez utilizada, el agua puede ser tratada y reutilizada tanto en nuevas perforaciones o en otras operaciones de la industria, como la inyección para recuperación secundaria. Las empresas que enfrentan el desafÃo de realizar este tipo de perforaciones utilizan técnicas que apuntan a reutilizar en el futuro cercano el 100% del agua de inyección.
3) El petróleo de Vaca Muerta no migra: si tuviera las condiciones fÃsicas para migrar no harÃa falta utilizar el fracking para explotarlo. Las fracturas hidráulicas y el proceso de circulación de grandes volúmenes de agua con aditivos suceden a gran profundidad. En los puntos de interés para la explotación de la formación Vaca Muerta, como el área donde se desarrollará la experiencia piloto conjunta entre YPF y Chevron, ésta se encuentra a más de 2.000 metros de profundidad, no existe posibilidad de que el agua, el hidrocarburo o los aditivos inyectados migren verticalmente hacia la superficie. Las fracturas creadas con esta técnica en un pozo horizontal tienen una capacidad de penetración vertical del orden de apenas decenas de metros y nunca podrÃan encontrarse con los niveles freáticos o napas. Con respecto al 0,5% de quÃmicos utilizados como aditivo, se trata de entre tres a doce compuestos de consumo residencial e industrial diarios, como detergentes, enzimas y sales. Estos quÃmicos deben estar aprobados por la autoridad medioambiental que corresponda antes de realizar la operación; no hay fórmulas secretas ni quÃmicos tóxicos peligrosos.
En sÃntesis, el fracking en Vaca Muerta no puede generar sismos; no va a tener como consecuencia una migración de agua de inyección ni sus aditivos ni los hidrocarburos que se estén explotando a los niveles de agua freática ni al suelo; la explotación (proceso posterior al fracking que puede durar hasta 40 años) de estos pozos no deberÃa permitir la migración de ningún contaminante a los acuÃferos ni al medioambiente.
Esto lo garantiza el casing o entubamiento de los primeros cientos de metros, evitando el contacto con acuÃferos, técnica que es la misma que ya se ha utilizado en más de 65.000 pozos "convencionales". Pero nada de esto tiene sentido si no es puesto en el contexto actual del desarrollo energético en nuestro paÃs. Hace cinco años se creÃa que no habÃa una solución a la declinación en la producción de hidrocarburos en Argentina, a esto se le suma que en los últimos diez años el consumo ha crecido enormemente la demanda energética de la mano del crecimiento de la industria nacional y la economÃa en general.
Del mismo modo que hace diez años se creÃa que Estados Unidos estaba condenado al abastecimiento externo y hoy está planteada la posibilidad de que se convierta en un paÃs exportador de gas y energÃa en los próximos años gracias al desarrollo del fracking. Entonces, ¿qué fue lo que cambió? Las técnicas para la explotación del llamado recurso no convencional pasaron a ser rentables económicamente.
El plan estratégico de YPF plantea que con producir el 15% del potencial de Vaca Muerta podrÃa cubrirse por completo el déficit energético de nuestro paÃs. En el mediano plazo la Argentina pasarÃa de ser un importador neto de energÃa e hidrocarburos a suplir completamente la demanda interna y convertirse en exportador. Y no sólo un potencial exportador de hidrocarburos sino también de conocimiento, al convertir los equipos técnicos en lÃderes mundiales en la exploración y producción de shale oil.
* Ernesto Gallegos Geólogo, docente UBA.
Fuente: Diario RÃo Negro
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