Una gran cantidad de los proyectos adjudicados en las licitaciones renovables no se están ejecutando. Quedaron a mitad de camino o incluso sin arrancar. El próximo gobierno va a tener que analizar proyecto por proyecto antes de convocar a una nueva licitación y de realizar inversiones importantes en redes de transmisión. A quienes hayan incumplido se les podría dar la opción de quedarse con sus parques, pero sin los PPAs, aplicándoles los punitorios, o que opten por dejarle los proyectos al Estado para futuras licitaciones y no se les cobre los punitorios. Hay que poner en marcha la energía distribuida, que no requiere grandes inversiones en redes de transmisión y abarataría la electricidad, problema que tanto sufrimiento ha causado en hogares, pymes y empresas en general. 

Vaca Muerta va a ser un factor clave en la recuperación económica del país. Pero no nos queda mucho tiempo porque el mundo avanza a pasos agigantados hacia las energías renovables y, apenas se logre el almacenamiento masivo de la energía solar y eólica, el consumo mundial de petróleo va a caer y no vamos a tener a quien exportar nuestra producción. Tenemos que apurarnos y lograr -gracias a Vaca Muerta- producir en pocos años el doble de lo que hoy producimos. Necesitamos ponernos un objetivo: un millón de barriles día de petróleo.Y, si logramos eso, podremos generar cerca de la mitad de dólares que produce todo el agro argentino y revertir la balanza comercial. 

 El esfuerzo será titánico. Es necesario crear nuevas estrategias de modo que sea posible la incorporación de nuevos jugadores pequeños, medianos y grandes. Necesitamos atraer a inversores tradicionales y no tradicionales para poner a Vaca Muerta en producción (hoy sólo explotamos el 2 por ciento y sólo un 6 por ciento está en desarrollo). Para ello, necesitamos darle a los inversores seguridad de que van a poder exportar el petróleo, y que vamos encaminados hacia precios internacionales. Estos y otros requerimientos serán necesarios para que podamos competir con otros países que pelean por inversiones también. Necesitamos formular un acuerdo entre las provincias, la Nación, empresas y los trabajadores para que Vaca Muerta sea una causa común. Podríamos crear instrumentos financieros (un Bono Vaca Muerta, por ejemplo) para que todos los argentinos puedan participar con sus ahorros de la puesta en marcha de la energía del país, destinada a la infraestructura necesaria. Y, por, sobre todo, lograr operaciones seguras, sustentables en lo social y ambiental y no sólo en lo económico. 

Hay que recuperar a YPF como el motor de la energía del país. Para ello, debe recuperar el liderazgo en la producción de petróleo y gas y, al mismo tiempo, posicionarse como una empresa de energía, con una matriz diversificada de cara al futuro. YPF es el precursor y actor principal en el desarrollo de Vaca Muerta. Pero el alcance y la dimensión del esfuerzo requerido para el desarrollo completo de este recurso supera la capacidad de cualquier empresa o Estado por sí solo. Por eso es imprescindible contar con un marco regulatorio claro y consensuado que permita asegurar a los inversores estabilidad en las políticas públicas. Es necesario alinear los intereses de sus accionistas privados con las necesidades del país.

No parece una tarea sencilla… YPF debe ser una empresa de vanguardia tecnológica, independiente y dinámica, más eficiente, profesional, innovadora también en la modalidad de sus alianzas estratégicas. Necesita mejorar la cadena de valor de sus proveedores locales. Hay que acelerar metas productivas atrayendo a nuevas empresas, tanto nacionales como extranjeras, y compañías de servicio, con foco en áreas que hoy no están en desarrollo. Desde 2016, YPF no ha participado en procesos exploratorios importantes, por lo cual tiene un nivel de reservas (5.6 años de producción) por debajo del óptimo de 10 años. En la mayoría de las cuencas, los campos maduros están experimentando desinversión y ello crea no sólo una acentuación en la declinación de la producción, sino que, además, termina siendo un factor contrario al logro del autofinanciamiento de la empresa. 

Estoy convencida de que YPF puede, al mismo tiempo de liderar la puesta en valor de nuestros recursos en Vaca Muerta, estar a la vanguardia del proceso renovable en la Argentina. Hay muchos países, bancos de desarrollo, multilaterales y fondos de inversión que hoy sólo invierten en renovables. No podemos desperdiciar esos recursos económicos y financieros. 

El mundo va hacia las energías renovables, por lo que YPF, si no quiere ser una empresa obsoleta en 10 años, debe profundizar su conocimiento y desarrollo de energías renovables y almacenamiento, incluso para utilizar en su propia operación hidrocarburífera. YPF debe contribuir a la baja de costos de la industria renovable y a la mayor eficiencia. YPF debe ser el socio que cualquier nuevo inversor -renovable, de gas y petróleo convencional y no convencional- quiera tener en la Argentina. 

Las incorporaciones que planteaba la resolución 287 de Cammesa y las licitaciones Renovar fueron proyectadas para un país que iba a crecer y a aumentar su demanda. Dado el nivel de reservas del sistema, salvo que se produzca un crecimiento económico descomunal, lo que debido a la coyuntura económica y la crisis profunda resulta improbable, el próximo gobierno no pareciera requerir un incremento de la potencia.