Cerca de 80% de las celdas y baterías eléctricas, vitales en la “transición energética” global, se producen en China, cuyo dominio es aún más acentuado en la producción de los cátodos de las baterías de hierro-fosfato con ion de litio, que detenta en casi 90%, y algo menor en las de níquel-cobalto-manganeso con ion de litio, de las que produce cerca del 60 por ciento.
Asimismo, el gigante asiático procesa o refina entre 60% y 70% de cuatro de los minerales críticos más importantes de la transición en curso: litio, níquel, cobalto y manganeso, amén de explicar cerca de 50% de la producción mundial de vehículos eléctricos.
De este modo, Beijing es amo y señor de las corrientes media e inferior (en jerga industrial, midstream y downstream) de la cadena de valor de la transición energética y, en particular, de la electromovilidad.
La cuestión es que la interdependencia, hasta hace poco virtud y prenda de paz de la globalización, está siendo revisada a la luz de los conflictos geopolíticos.
La interdependencia, hasta hace poco virtud y prenda de paz de la globalización, está siendo revisada a la luz de los conflictos geopolíticos
Un flamante artículo de la publicación científica Nature Communications evaluó los “riesgos de disrupción” de la cadena de la transición energética, tan dominada por China, pero evidenció también la vulnerabilidad de este país en la etapa inicial, la minería y provisión de esos cuatro minerales, que en el caso del litio le son provistos por Australia, Chile y la Argentina, en el del níquel por Indonesia y Rusia, mientras que para el cobalto depende primaria y fuertemente de la República Democrática del Congo y para el manganeso de Australia y Sudáfrica.(...)
Fuente: Infobae
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