El nivel de subsidios a la energía continúa representando el 6,75 por ciento del gasto público primario (a pesar de que el precio medio de la electricidad en el mercado eléctrico mayorista subió más de 11 veces entre 2015 y 2018). Cómo se debe seguir.
Por * Nacionalismo petrolero 2.0 El jueves pasado, BP presentó su panorama energético 2019 donde plantea la importancia fundamental y vigencia del petróleo en el sistema energético mundial.
Si bien es difícil precisar con exactitud la evolución del consumo global, ya que dependerá no sólo del crecimiento económico sino también de la evolución de las energías renovables y los cambios en los sistemas de transporte, queda claro que el mundo seguirá consumiendo grandes cantidades de crudo por varias décadas.
Actualmente el mundo consume 100 millones de barriles diarios, la perspectiva para 2040 es que este consumo podría bajar a 80 millones o subir a 130. A pesar de esta diferencia, cualquiera de estos escenarios desafía al sistema de abastecimiento petrolero.
Hoy, el mundo sabe donde están los recursos, pero si las inversiones futuras se limitan al desarrollo de los yacimientos existentes y no se invierte en el desarrollo de nuevas áreas productivas, se calcula que la producción global declinará en promedio alrededor de un 4,5 por ciento anual (según la Agencia Internacional de Energía), lo que implicará que para 2040 el mundo producirá sólo 35 millones de barriles diarios. En esta perspectiva, el mundo está en peligro. Para evitarlo, se necesitarán varios billones de dólares de inversión en los próximos veinte años y desarrollar esas nuevas áreas productivas, entre las cuales está Vaca Muerta.
Argentina fue pionera en lo que se conoce como la ideología del nacionalismo petrolero, la cual se basaba en defender el recurso de los apetitos de las grandes empresas petroleras y lograr un desarrollo autónomo a partir de la creación de una empresa estatal. También esta política permitía fijar el precio del crudo y sus derivados para impulsar el desarrollo del país.
Sin embargo, hoy la situación es totalmente distinta y tiene otro grado de complejidad. El tema ya no es la defensa del recurso sino cómo los desarrollamos y que políticas establecemos.
Hoy, en el sistema petrolero mundial conviven empresas estatales, mixtas y privadas, y todas son necesarias.
Por ejemplo, los primeros pasos en el desarrollo del shale en EE.UU. se dieron cuando el gas en boca de pozo estaba a 14 dólares el millón de BTU, el barril de petróleo a 100 dólares y el gobierno norteamericano impulsó ese desarrollo con políticas fiscales y desarrollos tecnológicos.
Hoy, el crudo está a 60 dólares y el precio del gas está en discusión con un gobierno dubitativo y condicionado por el FMI. La rentabilidad de estos recursos es crítica y, por consiguiente, es necesaria tanto la inversión empresaria como el apoyo del Estado y cierto esfuerzo fiscal para que Vaca Muerta pueda desarrollarse de manera sustentable.
La columna vertebral de una política energética nacional debe ser garantizar la energía para el funcionamiento de la sociedad y el sistema productivo de un país.
La seguridad energética trasciende el tema de tarifas y costo fiscal, y se define como la forma de asegurar disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía a un precio asequible. Este concepto surge después de las crisis petroleras que sacudieron al mundo en la década de 1970 y que dieron lugar a la creación de la Agencia Internacional de Energía integrada por los países OCDE. Teniendo en cuenta la fragilidad de Europa, Japón y Estados Unidos en cuanto a que son importadores de gas y petróleo, la AIE establece lo que llaman la seguridad energética a largo plazo, donde se promueven las inversiones necesarias para el desarrollo de las distintas fuentes de energía, principalmente las renovables, para salir de la dependencia del petróleo. Por otra parte, define criterios que deben cumplir los países miembros de seguridad energética de corto plazo. Estos criterios se centran en la capacidad del sistema de energía para reaccionar rápidamente a los cambios repentinos en el equilibrio entre oferta y demanda. Se establece que los países deben contar con reservas estratégicas de petróleo y se definen también estrategias militares para actuar en caso de ser necesario para garantizarse el recurso. Las proyecciones de BP hacen que estos conceptos sigan vigentes.
Todavía es muy temprano para escribir el obituario del petróleo, pero en algún momento llegará. Mientras tanto, Argentina y el mundo necesitan a Vaca Muerta. Establecer las políticas para su desarrollo es el nacionalismo petrolero de la época.
Fuente: Página 12
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