Un nuevo informe de BBVA Research volvió a poner en el centro de la escena el potencial minero argentino, con proyecciones que entusiasman al mercado, pero reavivan un debate incómodo: ¿quién se beneficia realmente del modelo extractivo que impulsa el gobierno de Javier Milei? Según el estudio, si se ejecutan los proyectos previstos y se consolidan “reglas estables”, las exportaciones mineras podrían quintuplicarse y superar los u$s25.000 millones anuales hacia 2033. Litio y cobre serían las estrellas del negocio. Pero, una vez más, el eje está puesto casi exclusivamente en exportar recursos sin valor agregado, profundizando el rol primario de la Argentina en la división global del trabajo.
Mientras el Gobierno nacional presenta la minería como la gran locomotora para atraer capitales bajo el paraguas del RIGI —el régimen que les garantiza beneficios extraordinarios y una estabilidad regulatoria que no tienen ni las pymes ni los asalariados—, el documento del banco reconoce implícitamente que el país sigue dependiendo de un esquema de enclave: inversión extranjera, materia prima en estado crudo y salida directa hacia mercados demandantes de minerales críticos. Una lógica que consolida divisas, sí, pero deja poco para las economías locales, más allá de regalías mínimas y algunos empleos en zonas cordilleranas.
Quién se beneficia
BBVA proyecta que Argentina podría llegar a abastecer hasta el 20% del litio del mundo en 2033. Un dato que, en un país con 45% de pobreza, debería activar preguntas urgentes: ¿por qué un recurso estratégico para la transición energética global se sigue exportando sin industrialización? ¿Por qué el Estado renuncia a impulsar cadenas de valor en baterías, almacenamiento eléctrico o tecnología asociada al litio?
Bajo la administración Milei, estas preguntas ni siquiera encuentran espacio de discusión. El discurso oficial es monocorde: menos Estado, más "seguridad jurídica” para las corporaciones y un régimen fiscal diseñado para que los recursos salgan más rápido que nunca.
Riqueza para afuera
El informe destaca que el cobre será la gran apuesta de la segunda mitad de la década. Los megaproyectos Los Azules, Taca Taca, El Pachón y Vicuña demandan inversiones por u$s35.000 millones. Pero más allá del tamaño, el patrón se repite: capitales transnacionales, infraestructura pagada en gran parte.
El RIGI garantiza beneficios extraordinarios a las multinacionales. dentro del país. La estrategia parece limitada a abrir las puertas, asegurar privilegios fiscales, garantizar estabilidad normativa y dejar que los recursos salgan.
“Oportunidad histórica”
Argentina tiene litio, cobre, plata y oro. Tiene la demanda internacional de su lado y proyectos en avance. Lo que no tiene es una política de industrialización. Y mucho menos, un gobierno interesado en construirla
El resultado es previsible: más divisas que se escurren, más recursos naturales que se van sin procesar y más dependencia de mercados globales que hoy necesitan minerales pero mañana pueden prescindir de ellos o fijar sus propias condiciones.
En definitiva, el informe confirma el potencial. Pero también expone la vulnerabilidad de un país que vuelve a apostar a exportar naturaleza mientras renuncia a construir un sendero propio de desarrollo. Un país que se entusiasma con quintuplicar sus exportaciones, pero no se pregunta cuánto de esa riqueza quedará efectivamente en manos argentinas.
Fuente: El Diario de La Pampa
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