Daniel Kokogian es un geólogo de amplia trayectoria en la industria petrolera. Hoy ocupa el cargo de director en CGC, pero su carrera y su paso por diferentes empresas y cuencas del país lo convirtieron en una voz autorizada a la hora de analizar los avatares del sector.
En un diálogo el ex directivo de YPF opinó sobre la aplicación del precio sostén del crudo que, opina, no cambiará el actual contexto “porque el problema que tiene la industria es de la demanda”. Advirtió que desde la política, a la hora de analizar la situación de la producción de gas, prevalece el corto plazo, y que nadie se pregunta “qué va a pasar cuando los pozos de los que vivimos hoy dejen de producir”. También, al hablar del futuro, afirmo que quizás la vuelta a la actividad luego del parate de los pozos petroleros no sea tan sencilla.
¿Qué opina de la aplicación del barril sostén?
Para las provincias es significativo y para todo aquel que recaude ligado a este precio teórico. Después, en la práctica, mientras no se recupere la demanda, no significa naucho. No hay compradores, las refinerías se autocompran su crudo.
YPF se está autoabasteciendo, es el 60 por ciento del mercado. No va a haber un impacto fuerte. Después, puede servir un poco para cuando se recupere la actividad. Pero nadie puede hacer planes en función de este precio artificial. Es solo una medida de emergencia.
¿Alguna vez había visto una coyuntura así?
No me tocó vivirlo. No hay antecedentes. Es la primera crisis de petróleo producida por la demanda. Nunca había ocurrido eso. Teníamos sobreproducción y se caía el precio. Acá tenemos dos cosas: sobreproducción a la que se sumó la caída por el COVID-19, pero previo al coronavirus ya había caído el precio. El mercado ya está descontando el COVID. Hoy el barril está en 30 dólares. La demanda ya empieza a moverse.
¿Qué se puede esperar para cuando pase la pandemia?
Muchas empresas van a quedar afectadas. Por lo que escuché, hacen números bastante negativos. Acá una parte del problema es mundial y la otra, nuestra. Hoy se deben estar produciendo unos 250 mil barriles diarios. Ahora bien, si se normaliza la demanda, tampoco va a ser tan fácil. Cuando vuelvan a abrir los pozos no se va a llegar enseguida a los 500 mil barriles, el ritmo de producción que teníamos. Los pozos no vuelven igual. De hecho, algunos pueden dejar de producir. Dependerá del tipo de pozo y del área que se tome. No hay un comportamiento igual ni parámetros exactos. Lo que abre paso a la necesidad de perforar. Pero al mismo tiempo no hay tantas condiciones, ¿no? Y ahí entra en escena el precio del crudo y a cuánto es redituable producir. Yo no creo que sea tan así que en Vaca Muerta todas las productoras hacen negocio con un barril a 45 dólares. Puede que una grande, que haga decenas de pozos, pueda ajustar su plan de negocios a esa cifra. Pero para el resto no es tan así.
¿Y el contexto político?
Para mí no cambia nada hace meses. Seguimos sin saber para dónde vamos y qué hacemos. Es verdad que había y hay una negociación con los acreedores privados y el FMI, pero no sabemos todavía cuáles son los lineamientos de una posible política energética para el país. Seguimos esperando, y es algo que aplica para casi toda la economía. ¿Y cómo ve el contexto del gas? Estamos en un escenario de precios que se derrumban. En la visión de corto plazo, desde la perspectiva de los políticos, es un golazo porque no hay presión sobre la tarifa, entonces festejan ese gas barato. Pero no se están perforando pozos de gas. Es como bailar en el Titanic. Los precios actuales no son competitivos internamente. A nadie le cierra un gas debajo de los dos dólares. Creo que a corto y mediano plazo, 3,50 dólares es un valor que permite ciertos márgenes de producción y evitar problemas en el futuro. Nadie en la política se pregunta qué hacemos cuando los pozos se empiecen a agotar. El país se da el lujo de no perforar un año. Un político mira los previos y los festeja. Pero deberían mirar más allá del 2021.