El peso de Vaca Muerta generó cambios en el enfoque de la visión del gobierno de Rolando Figueroa que, lejos de apuntar los cañones a las prórrogas petroleras como busca la gestión de Alberto Weretilneck, comenzará a exigir una serie de cuidados ambientales que podrían desalentar las extensiones de los campos maduros.
La base de esto es que la foto del sector de los hidrocarburos es diametralmente opuesta entre Neuquén y Río Negro. Mientras en Río Negro la producción es netamente convencional, y se aguardan con expectativas los primeros tres pozos hacia Vaca Muerta que entrarán en producción en octubre, en Neuquén el peso del shale es tal que oculta en sus mieles el peor desplome del sector convencional de todo el país.
Aunque poco o nada se lo mencione, ya que lo habitual es hablar de los récords de producción de Vaca Muerta como el marcado el mes pasado, la producción convencional de Neuquén languidece.
En junio pasado, todas las áreas del convencional de Neuquén aportaron apenas 23.482 barriles de crudo por día, mientras una década atrás la producción era de 92.253 barriles diarios.
Esto es una caída del 74,5%, mucho más grande que la baja del 51% que experimentó Río Negro en el mismo período, al pasar de 39.000 a 19.000 barriles por día extraídos.
Pero en Neuquén fue Vaca Muerta la que ocultó ese desplome, ya que mientras en 2014 el shale era apenas el 14% de la producción provincial y el 86% restante era el convencional, hoy el 94% de la producción petrolera de Neuquén viene del no convencional y los campos maduros aportan apenas un 6%.
En este escenario es en el que 27 concesiones petroleras de Neuquén están llegando al fin de su plazo, ya estirando en 2009 durante el gobierno de Jorge Sapag.(...)
Fuente: Diario Río Negro
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