
En España, el carbón está en la uvi mientras que en el resto del mundo goza de una salud excelente. La situación del carbón autóctono, más contaminante que el importado que queman las térmicas gallegas y también más caro, contrasta con su peso a nivel global.
La Agencia Internacional de la EnergÃa (IEA, por sus siglas en inglés) prevé un crecimiento del 65% en la utilización de carbón en los próximos 25 años, y vaticina que en 2035 adelantará al petróleo como "combustible dominante en el mix energético mundial".
En este mismo informe, la IEA asegura que el gas natural será la otra "estrella" dentro de la producción de energÃa. Hasta 2035 la demanda de energÃa mundial crecerá en una tercera parte, y buena parte de esta subida se cubrirá quemando carbón y gas, cuyas reservas siguen siendo importantes. Los factores que auguran el aumento en el consumo de estos combustibles fósiles son diversos, pero uno de los más destacados es el contexto de crisis económica a nivel mundial, que ha acabado por hacer más barato el uso de carbón.
El petróleo, muchos de cuyos paÃses productores pertenecen a la parte "polÃticamente inestable" del planeta, se ha encarecido. El gas está siendo impulsado en Estados Unidos, pero en Europa, donde lleva siendo una de las fuentes de energÃa dominantes desde hace años, su uso se está ralentizando. La mayor parte de los paÃses de la UE tiene contratos cerrados, de varios años, con los paÃses productores (Rusia, Argelia, Qatar), lo que impide que se pague menos por su suministro.
Con el carbón no ocurre esto, y por eso algunos de los principales paÃses de la Unión, como Alemania, Reino Unido y también España, han aumentado en los últimos meses su tasa de dependencia del carbón. Importado en su mayor parte, aunque en España existe un mecanismo que incentiva el uso del mineral autóctono que, hasta el momento, ha hecho que la hulla nacional siga quemándose en una decena de centrales térmicas diseminadas por todo el paÃs.
Un segundo factor determinante para el aumento del consumo de carbón ha sido el encarecimiento de las investigaciones y de los nuevos avances en materia de energÃas renovables. Con poco dinero en el bolsillo, los Gobiernos de los paÃses desarrollados de todo el mundo han elegido la opción más barata para generar energÃa, y por el momento, esta opción es la de comprar carbón a paÃses como Australia, China o Rusia.
Las renovables, por el momento, sufren algunos problemas que tienen los combustibles fósiles. La energÃa eólica o solar no es programable, no puede responder inmediatamente a picos de consumo correspondientes a, por ejemplo, olas de calor (con un uso masivo del aire acondicionado) o de frÃo (calefacciones). Los Gobiernos, como ya ha hecho el de España, han cortado además el grifo de las ayudas a la instalación de nuevos campos solares y eólicos. En esto, a nivel local, las renovables y el carbón nacional se parecen: las ayudas se reducen y su futuro pinta negro. Esta actitud ha puesto sobre la mesa que, en muchas ocasiones, los deseos y lo mejor para el medio ambiente (utilizar al máximo posible las renovables) van por un lado y la realidad (el aumento incesante de demanda energética a nivel global) es otra bien distinta.
Un tercer punto que explica la más que posible llegada de una nueva época dorada del carbón es precisamente esta necesidad de más y más energÃa, imprescindible para lograr más crecimiento económico. Dos gigantes, uno ya despierto y otro en proceso de despertarse, como son China e India, basan su expansión industrial en el uso de carbón. La República Popular de China es el lÃder mundial en producción y en consumo de carbón.
Extrae unos 3.000 millones de toneladas anuales (en España son alrededor de 8 millones, el 0,27% de la producción del gigante asiático), y alrededor de cuatro quintas partes de su energÃa la genera en plantas eléctricas alimentadas con distintos tipos de carbón. Aunque según el propio Gobierno chino se está trabajando duro para desarrollar fuentes de energÃa alternativas -es el mayor productor de energÃa hidráulica y tiene planes de expansión de las energÃas nuclear, solar y eólica-, lo cierto es que para seguir con su salto adelante en materia económica en 2030 consumirá unos 4.400 millones de toneladas, según la consultora McKinsey & Company.
Un paso por detrás de China siempre se encuentra la India, que ha elegido seguir un modelo de desarrollo similar para impulsar su economÃa y ser considerada otro de los denominados paÃses emergentes. En un paÃs donde el 25% de su población (1.200 millones de habitantes) carece de electricidad, el consumo de carbón se prevé que también aumente de forma muy importante en los próximos años.
El resto de Asia va por el mismo camino. Japón, tras el desastre nuclear de Fukushima, está replanteando su polÃtica energética, con previsiones de reducir el protagonismo atómico y aumentar el peso del carbón, que ya representa el 27% del total, y del gas natural. Indonesia, Bangladesh o Filipinas, paÃses muy poblados y con Ãndices de desarrollo muy dispares, también tiran del carbón para hacer crecer sus economÃas. Esta postura que mantienen buena parte de los paÃses asiáticos es criticada por los paÃses desarrollados, sobre todo desde Europa, pero no hay que olvidar que el gran avance tecnológico en el continente, desde la Revolución Industrial y hasta hace pocas décadas, cuando se produjo el boom del petróleo, también se basó en la generación de energÃa con carbón.
En Europa la crisis ha hecho que sus principales economÃas vuelvan a usar el carbón importado de forma intensiva, con unos niveles superiores a los de los últimos años. Un ejemplo de ello es España. En los cuatro primeros meses de 2012 el carbón representa el 18,7% de la producción eléctrica, cuando en 2010 su peso era del 9,5%. El sector minero español vive sin embargo horas bajas. El Gobierno socialista primó con ayudas el consumo del mineral autóctono, y obligó a paralizar las centrales gallegas de Meirama (en Cerceda) y As Pontes, que queman mineral importado. Los recortes que aplicará el nuevo Ejecutivo "llevará al cierre" a prácticamente todo el sector extractivo, según la patronal, Carbunión. La minerÃa del carbón emplea directamente en España a unos 7.000 trabajadores, entre Galicia, Asturias, AndalucÃa, Aragón, Castilla y León y Castilla-La Mancha.
En la economÃa más pujante de la zona euro, Alemania, este mineral también tiene un peso creciente, aunque no será a beneficio de la industria minera local. En 2014 se prevé que entren en servicio once centrales térmicas. Reino Unido, uno de los estados que ya liquidó hace tiempo su sector extractivo, también ha aumentado su dependencia del carbón en los últimos meses, debido a su menor precio en comparación con el gas.
La gran superpotencia mundial, Estados Unidos, también ha modificado su polÃtica energética, si bien en este caso la está orientando hacia la producción de electricidad con gas. Su presidente, Barack Obama, impulsó desde su llegada a la Casa Blanca un plan para desarrollar las energÃas limpias que sin embargo no ha llegado a cubrir todos sus objetivos en lo relacionado con la creación de puestos de trabajo. Las dificultades económicas que también han atravesado el paÃs, y la mala fama de las subvenciones recibidas por algunas empresas de energÃas verdes están paralizando estos planes de expansión de las renovables.
Ante este retroceso en el proceso de expansión de las energÃas verdes, la Agencia Internacional de la EnergÃa ha hecho, a través de diversas publicaciones, un llamamiento a que se impulse el desarrollo de tecnologÃas para la captura y almacenamiento de CO2. El proyecto de investigación más avanzado en este sentido en España se encuentra en la central de Compostilla (León), y es uno de los seis proyectos de este tipo que se impulsaron en 2009 desde la Unión Europea. La empresa minera pública asturiana Hunosa, desarrolla otro proyecto en su central térmica de La Pereda (Mieres), mientras que en Puertollano (Ciudad Real), quien impulsa una iniciativa similar es Elcogas. Ante estas perspectivas de futuro, con un mayor protagonismo aún de las energÃas fósiles, y con el problema del cambio climático en la sombra, la aplicación efectiva de este tipo de programas, se hace imprescindible.
Fuente: La Opinión Coruña
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