
Hoy, el llamado gas de lutitas— shale gas, por sus siglas en inglés, o de esquisto— se perfila como el mejor sucesor del “oro negro”. La explotación del recurso ya es común en países como Estados Unidos y Canadá, que lo ven como la principal fuente energética del mundo dentro de unos 20 o 30 años.
Los estudios revelan que existen más de 40 yacimientos importantes en el planeta, localizados en un poco más de 30 países y son vistos como el “as” bajo la manga cuando llegue el fin de la era del crudo.
Prueba de ello, es que, actualmente, grandes transnacionales como Exxon Mobil, Shell, Repsol y Conoco Phillips definen el producto como la nueva “perla” energética del mundo y ya destinan mil millonarias inversiones para su investigación y explotación a gran escala. Los datos más recientes del Departamento de Información de Energía de Estados Unidos (EIA), que se sustentan en los estudios de la Advanced Resources International (ARI), una empresa de investigación y consultoría que presta servicios relacionados con el gas no convencional, señalan que existen recursos recuperables en “32 naciones” y las mismas llegarían a más de 6.622 billones de pies cúbicos.
Pero, en sí ¿qué es el gas de lutitas y por qué hoy acapara el centro del debate energético mundial? Luis Morán, geólogo y conocedor del área petrolera, afirmó, a PANORAMA, que al mencionado recurso se le conoce como “gas de lutitas porque los esquistos son un conjunto de rocas metamórficas que debajo del suelo, dada su alta impermeabilidad, bloquean el paso del recurso. Con el paso de los años las rocas absorben buena parte de dicho gas y lo mantienen retenido sin problemas”. Además aseguró “El shale gas no es algo nuevo, se tiene conocimiento de esto desde hace más de 20 años, pero en ese tiempo no existía la tecnología para su explotación y hoy si existe.
Para muchos gobiernos, como el de Estados Unidos, la masificación de su explotación cambiará, a mediano plazo, el mercado energético mundial, cuando llegue el cenit del petróleo. Desde Ecuador, el analista Mauricio de La Costa, explicó que actualmente se tiene conocimiento de dos técnicas principales para la exploración y explotación del producto: “La perforación horizontal dirigida” y “la fractura hidráulica”. La primera tiene el propósito de atravesar y llegar a los yacimientos, mientras la segunda, a través de reacciones químicas y presión de fluidos, aumenta la permeabilidad de la roca permitiendo la salida del gas natural.
“Uno de los procedimientos —comentó de La Costa— consiste en colocar cargas explosivas en las perforaciones para, luego, bombear fluidos a presiones lo suficientemente altas para fracturar la roca, aumentado la porosidad y permeabilidad del canal para que el gas natural escurra. Esto es de vital importancia para la extracción del shale, ya que éste se encuentra en pequeños poros independientes de esquisto”, recalcó. Para el experto, el famoso “boom” viene patrocinado por las grandes potencias del mundo, en especial, aquellas con pocas reservas de hidrocarburos.
“EE UU y otras naciones ya lanzan el alerta de que están explotando el recurso para dar un claro mensajes a los países exportadores. El aviso de ellos es que tienen un plan B, es decir, un sustituto al petróleo. Lamentablemente, el shale gas todavía está en pañales y falta mucho para que de los frutos esperados”. Igualmente, la ventaja no la tienen exclusivamente las potencias del norte o de Europa. Los mismos datos de la EIA revelan que buenos yacimientos están ubicados en suelos latinoamericanos como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Uruguay y Venezuela.
Solo en Latinoamérica en potencial se perfila en más de 1.100 billones de pies cúbicos, recurso suficiente para abastecer por unos 30 años o más. En el país, la presencia del recurso no es la excepción y el mismo se suma a las vastas reservas de crudo pesado de la Faja —de más de 230.000 millones de barriles— y los gigantes yacimientos de gas natural “convencional” en costa afuera y en tierra (cerca de 453 billones de pies cúbicos entre probadas y probables). Sobre este punto, el organismo norteamericano sugiere que el gas lutitas venezolano, y según cifras preliminares, asciende a los 11 billones de pies cúbicos, un volumen respetable.
Su ubicación más importante estaría en la formación geológica La Luna, en la cuenca de Maracaibo. Dichas reservas podrían sumarse a las reservas de gas natural cuantificadas y probables que ascienden —tal como lo sugiere el último informe operaciones de Pdvsa 2011— a más de 300 trillones de pies cúbicos. El total general entre ambos recursos alcanzaría más de 310 TCF. Al respecto, un ingeniero de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) afirmó, a este diario, que “el país, por el momento, no tiene intenciones de explotar el gas de esquisto. No hace falta porque aquí contamos con otros recursos como el petróleo pesado que son mejor aprovechados”.
El entrevistado aclaró que “el gas lutitas no es despreciable para nosotros. Es nuestra carta bajo la manga cuando las reservas de petróleo empiecen a caer en Venezuela. Será nuestro comodín en un futuro”. Con defensores y detractores lo que si es una realidad es que el gas de lutita llegó para quedarse. El año pasado su producción mundial superó los 5,2 BPC y va en vías de alcanzar el máximo de los 10 BPC en la próxima década.
Fuente: Panorama
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